**La colmena y el ratón curioso**
En un rincón soleado del bosque, vivía una colmena famosa por su deliciosa miel. Las abejas trabajaban día y noche recolectando néctar y transformándolo en ese líquido dorado que atraía a todos los animales de los alrededores. Pero no era fácil: volaban kilómetros, enfrentaban tormentas y defendían su hogar de intrusos.
Un día, un ratón llamado Cito se acercó a la colmena. Olfateó el aire y, atraído por el dulce aroma, preguntó:
—¿Me regalarían un poco de miel?
Las abejas, ocupadas, se miraron unas a otras. La abeja Reina respondió:
—Nosotras no regalamos miel, Cito. La hacemos con esfuerzo y dedicación.
El ratón frunció el ceño:
—Pero ustedes tienen mucha, ¿por qué no darme un poquito?
La Reina suspiró.
—Déjame mostrarte algo.
Llevó al ratón al interior, donde cientos de abejas trabajaban sin descanso: unas recolectaban néctar, otras ventilaban celdas, y algunas cuidaban crías. La colmena era un lugar lleno de actividad y propósito.
—¿Ves esto? Cada gota de miel es fruto de nuestro trabajo. Si la regalamos sin sentido, perderíamos no solo miel, sino nuestro propósito.
El ratón se quedó pensativo:
—Yo no soy parte de su colmena. ¿Qué propósito podría tener trabajar como ustedes?
La Reina sonrió:
—Cada propósito es único. Nosotras trabajamos para un bien común y también para hacer lo que mejor sabemos. Juntas creamos algo extraordinario.
Inspirado, Cito decidió encontrar su propósito. Excavó zanjas para que el agua llegara a las raíces de las flores, ayudándolas a crecer.
Pronto, las flores del bosque florecieron más fuertes y con más néctar gracias al trabajo del ratón. No solo había más miel, sino que la vida en el bosque prosperó para todos.
Desde entonces, cuando alguien pedía miel “gratis”, el ratón contaba cómo el trabajo, con propósito, no solo beneficia a uno, sino a todos.
**Moraleja**:
El esfuerzo adquiere valor al alinearse con un propósito, beneficiando tanto a uno mismo como al colectivo.
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